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VIOLETA

Con su nombre

azulaba la sonrisa

era brasa

copla

en el momento preciso,

cuando el frío se entrometía

y nos dejaba mudos,

lejos del silencio

que encumbra encuentros

con nuestra esencia.

Entonces ella alumbraba

en los pétalos cotidianos

que aventan delicadamente

para llegar a puerto

y abrazar la presencia

que mitiga y engrandece

por el aroma memorioso,

el que nos balancea

con algún feliz acierto

de aquella infancia

que nos legó

la inmortalidad de los sueños.

Violeta abría cajas de música

cuando nos miraba

desnudando versos

desde la verde aldea

donde los niños

la coronaron velero,

mariposa, lluvia fresca,

anís del juego,

porque ella apegada

a todo cielo

con la dulzura

en estado perfecto

convidaba libros

untados de vuelo.

Los que ansían

dar piedra libre a la quietud…

ir al rocío con flores frescas,

allí ella abre las páginas

donde leemos

 su azul permanencia

izando deshielos

convenciéndonos de los inicios

una y otra vez,

la hojarasca será fruto,

trino,

regreso.

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