a Marcos de Montevideo
por su Caja en Atlántida
Es mi lugar
donde regreso con la cabeza
que aprendió en las zambullidas
lo salobre de algas
que conviven en un río mar
donde la gente tiene dones
como la tranquila amabilidad
y una anda por ello
en cierto estado de contento
recibiendo el regalo
de una caja
hecha para la libertad
como la vida
que nos volverá a encontrar
y la visión de lomadas
y hondonadas tan cordiales
y verdes como amarilla
es la huella del trigo ya segado
y la cara de los girasoles
como inmenso es el río Uruguay
y el atardecer que me doró
aunque no lo pudiera fotografiar.
En otras tierras recibí
el prodigiio de lo agradecido
para volver a la mía
más convencida aún
de la defensa de las manos
que saben espaldar
con vertientes de empeño
la sombra, la luz
y el vino tal ave
con que se enmontaña
el permiso a ser feliz.