• A Rocío Mariel Fernández y Santiago Baptista Ormeño
Esa llama de sol
en la curva que ensortija
al horizonte y su vastedad
amor que germina
haciendo tañer nitidez
en la fronda de los días
desde que subieron
a bordo del encantamiento
de ir conociendo a la par
con sus esencias
donde empuña lo tenaz
ese mirador remoto
de sabio y noble resplandor
entre fervores cotidianos
que suavizan y azulan
embates de toda intemperie.
Maceran el sonreír inefable
de la ilusión que escalan
con estaturas de ternura
para despertar la lumbre
que ampara alfarerías
de barro enamorado
en los anillos del tiempo
por donde
los dedos astrales
de su unión cántico
dulcemente en danza
con el milagro del confiar
y la audacia de quererse
hasta que los tizones
de la tarde seductora
con sus nostalgias
le entregue a los luceros
la aventura de la luz
una y otra vez
así el pacto sinfín
que no deshoja
la serenata del cielo
porque a sus anchas
gravita en el amor.