a Osvaldo Sabino Rosales
y al Equipo Argentino de Antropología Forense.
A codazos con la desgracia
se mudó la búsqueda
al consabido sitial de los muertos.
En el cuadro treinta y tres
donde los desvalidos
los ignorados
distinguen con la aridez
del abandono
algunas cruces desgreñadas
están nuestros caídos,
aquellos empecinados navegantes
que por las aguas
de la inefable revolución
siguen siendo emisarios
de la integridad.
Allí con agudeza sostenida
y bagajes entrañables
el Grupo que encolumna
evidencias afinadas,
desde el pescuezo que prolonga
las crónicas de lo venerable
te encontró Compañero,
en la liviandad de la tierra
frondosa de entierros.
Has sido el primero
al pie del Aconcagua.
Emprende tu reconocimiento
auténticos e imperturbables
regresos
que ante la hondonada testigo
del espanto,
profesa la honrosa costumbre
de rastrear horizontes
donde comparece la esperanza
y remeda la gloria
sin herrumbres anónimas.
La gloria de calzar
los exactos apelativos
en los huesos del regreso.
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