Andando con el pulso del sol
se tejen miradas
desde el telar de las orillas
por el generoso
tono del camino
en este rodar por horas
tornándonos
cabezas de cielo
viendo su inmensidad.
Un día cómplice
de incontables aves
arbolados de vuelos
en búsqueda
de respuestas labriegas
por lo que signan
los campos.
Viajeroserenos
escuchamos el aire
en corrida
dejando atrás
la casa de la calle Libertad
sin apuro
pero con nostalgias
rumbo a la puerta
que abre su destino
al olor
que viene de la montaña.