Es entrar a la cavidad
donde empezó todo
y estar simplemente
en la entera raíz
que le crece
al último jazmín
como ofrenda del verano
en el agua modulada
de la paciente espera.
Pisar la inmensidad
pensando en el ahora
con alegrías de mi perra
cuando paseamos
por la plaza que añora
las novelas singulares
que fueron las vidas
de nuestros otros perros.
El mar sin más
que la espuma
de su resaca
en instantes perpetuos
por la fotografía
memoriosa del permanecer
en aquellos frescores
del vigor como crónica
de nuestros pies
que nos liberan
entre olas del horizonte
del voraz dominio
de realidades sitiando
mareas de la imaginación.