Me dijeron
-mirá detrás del espejo,
así la pena
no aleja al bosque de su vida.
Vida amada
como una sinfonía.
Hoja tras hoja
en el aljibe de su legado
leer las nervaduras del seguir,
las señales en los gestos
de quienes buscan la voz
en el agua que brota
y solivianta para vencer.
Estoy mirando detrás de la muerte
y escucho su tono,
su manera potente de beber,
la travesía de valientes años,
allí está Él
escribiendo pulso a pulso
con la conciencia a flor
de preguntas y respuestas
confiadas al fondo que se toca
y a la superficie que respira
en contra del hambre
ese gran amputador
de dichas que despiertan.
Cada faz de sus actos
en el reloj de arena
de la buena gente
que se duele
por no volver a ver
al roble puerto de su presencia,
ahora cae afirmando su huella
dando vuelta a la cabeza del tiempo
para volver a contar
ya sin final
arena tras arena
el amor a pecho abierto,
porque desde las páginas
de su Tugurio al mundo
canta un hornero viajes del barro
por sus cumplidas labores
y tantos somos, innumerables
mirando épicamente
a libro abierto
ese parto de faro
que a luz de tinta
da anclaje a la historia,
allí Osvaldo Bayer
suelta amarras
y con un beso en la frente
nos deja las claves
de lo libertario.