Viva Herencia
cuando la lluvia
era salir a cantarla
saltando empapada
de esquina a esquina
sueltos los brazos
al color del juego
que pedía izar
las caras abiertas
para mirar los dones
que deletreaba el cielo.
Y cuando corría el tiempo
siendo lector de inocencias
por la acequia amiga
del «regador» juguete
ese fiel aguador
que a puro tarro y palo
daba alegrías
a la seca tierra
y a nuestro aliento.