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OLGA

A Olga D’Innocenzo.

Es su manera férrea

de almendrear los días

un cauce sentido,

como su narrativa

cuantiosa de vivencias

que hacen del pasado

cuadernos queribles

donde guardar la memoria,

esa amiga solar

que suele nublarse

para asomar sin apuros

ante los tejidos del alma.

Olga entre cuidados frutales

y lecturas del Quijote

me sigue enseñando

que el tiempo será siempre

el oro entre las manos.

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