Con el olor al hombro
de cortar lo maduro
para hacer de marzo
empeño y sustento
las uvas manchan
sudores y anhelos
con la nutricia
manera de rebelar
los colores de las aves
entre las arpas
de la sangre.
Ellas van enracimadas
por el hilo de jugos
alcanzando grados
de lírica exquisitez
vinificando
el día, los días
que deben ser
vasos para viajar
desde el sabor
donde vibra el centro
del mosto despierto
y llama la vida
acercando percusiones
en el pecho
del deseo
en la ira de la sequia
por nubarrones
que granizan
contra el hambre.
Por el laboreo
de sus manos
arpegio de soles
y también heladas
anillando
hojas de parras
abriendo compuertas
ante la noche cerrada
todo un año
añares
y más tiempo
de ser cepas
con paciencia
y claro brotar
ante despojos
sin el frutal descanso
que las viñas tienen
luego de parir vendimias
sin la piedra preciosa
que acordilleran
desde vetas milenarias
donde las penurias
serán erupción
y veremos en danza
a las Mujeres
asaltando con sus rosas
vinos felices
tan de sus oasis
como nuestro.