Salgo a su pie y cumbre
como al centro
de la casa
donde empino
las razones de vivir
cada vez sembrando
con nuevos aires
los rincones
como escalando
la salud del color
tocando su tierra
y volviéndome montaña
de verdes enraizados
en explosión de tonalidad
y aparición de pétalos
desde las estaciones
que se miran
entre confianzas
por saberse dadoras
de ánimos y conversas
y ante mi modo de abrazar
a las plantas con tentadores
vínculos de multiplicarlas
compartiendo el bosque
de sus bellísimas andanzas
por las savias que nutren
el buen vivir con ellas
y los seres que las habitan.