A Juana Emilia Pelliza que me contagió las ganas de salir a verla
Sube por la terraza
de lo bonito
que es para todos
y va leyéndonos
el alma boquiabierta
de mirarla y admirarla
como niña maravillada
aunque las décadas
calcen a los huesos
Ella se va comiendo
nuestra sorpresa
mientras da contento
blanco como inmenso
por eso es
redondo y rotundo
su paso como vuelo
en los momentos
que se muestra
tan gustosa
como generosa
a los habitantes
de éste
y quizás otros
planetas sabrosos
que la siguen
para abrocharla
a los ojos
y también
para que se quede
adentro bien adentro.