a Julia Bruccoleri Ochoa
En la danza de los rayos
entre brazos de mañanas
que se desentumecen
La Julia abre ventanas
para que se dibujen
sólo colores que trocarán
en poemas abiertos
al devenir nómade
de andar luciérnagas
hasta iluminando el día.
Porque en la risa
de sus ceremonias
cebadas con dijes
espumosos del recordar
pasamos por el corazón
impalpable pero intenso
de lo que es su cumbre,
legados bordados
con encantos
de talismanes
que nos vuelven bueno
aquello raro
y a la vez lejano.
Entre amistades
de incontables semillas
que son vigorosas plantas
Ella va en la bicicleta
que escribe soles
con un cuento único
el de su sino
titulado Luna Verde
hacia los maderos
que siempre arderán
por el bien
de las noches
donde la palabra
sigue siendo esa escala
para bajar y subir
al mismísimo centro
y más allá
de nuestro cuerpo.