De mi tercer libro Manuscrito de Los Desterrados
A cucharones de vergüenza
se escribe el hambre.
En el porrazo de los ojos
en el huraño beso de la luz
de espaldas a la chaplinezca
alegría del dolor,
se retrata a zarpazos
la niñez que espera
se enfila
calla
mueve la cabeza
y ultima todo lo cotidiano
en una mueca.
La humillación horada el habla,
en sus abismos
se aprende un vaso de leche
como un horizonte de bostezos
y patíbulos,
o como es preciso,
se aprende un vaso de leche
como el índice que preludia
esa pólvora contagiosa de la dignidad.