Fotografía: Carlos Espeche
Florecer cuando se preste
como ahora
avanzado el otoño
y sacándole la lengua
al frío de los desvaríos,
cuando lo pidan las ansias
o el mismo desgano
quiera tornar en flor
su destino.
Florecer en lo grandioso
que sucede
y de un castañueleo
somos polen del contento,
también en los instantes
que hacen sonreir
repentinos fundamentos.
Florecer siendo
sin más quejas ni atrasos
el andar entre la gente
haciendo de las penas
frutos que maceren
y endulcen con provecho
porque sí
porque la vida lo pide
porque la niñez
siempre mira.
Florecer por las bondades
que se agradecen
sin olvidar las semillas
que volverán a ser
lo propicio.