Para sacarse de encima
a la descarada muerte
que llega y se lleva
a quien se le antoja
entonces las castañuelas
de aquella banda rítmica
del jardin de mi infancia
entonces la danza
con fuego en las arterias
consagradas a las cuerdas
de la guitarra que acordillera
el sonido desbordado
de cuerpos que echan
a volar sus significados
el vivir para ser bailaoras
surge como agua enamorada
en las mujeres acampanadas
por los vestidos del viento
que entra por sus piernas
y llega a flamear encendido
de gracia y vigor saleroso
contagiando voces del sentido
entre las flores de sus trenzas
con la pasión intensa
del cante que vibra
lo jondo de lo fecundo
en el aljibe de la emoción
donde se mira y remira
el cielo de mariposas
gozozas por vuelos cortos
de sus tiempos que dejan
pétalos de contento
desparramados por las manos
en el molino que giran
con el don de arcos iris
que son albor de lo femenino
y con la firmeza anclada
en cada paso cruzado
por la música que rasga
los secretos soleados
en cada salto a atrás
recogiendo faldas
como aventando mieses
mientras el taconeo
funda un piso de prodigios
junto a las palmas del latido
en la noche de las velas
que alumbran alguna salida
por si está el alma perdida
y las sillas subidas
a los mantones de la magia
para que sostengan
los tambores festivos
que afirman nuestros corazones
con la dicha de ser raigambre
en lo sembrao y conjurado
por la Aurora del flamenco.


