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ESCONDIDAS

a Pili y Alfonso

Te pinto los labios

y me sonreís

con la infinita ternura

de los no finales

en un empezar

el cuaderno rojo

donde escribís

con esa mano

que me traía

cuando fui niña

del centro

que era tan lejos.

Así siendo la mujer

que me dio el mundo

te descubro siempre

buena como aire

en el compás

de la respiración.

Y en este

dar piedra libre

espero mirando

entre vías

la cercanía

de aquel cochemotor

que ansiaba

desde la peligrosa

orilla del andén

para llevarnos

al sur de las nueces

comidas con pan

donde había

un horno

que el barro

saboreó de fuegos

y una chimenea

para mirar

la narración

del silencio

enhebrando

entre brasas

y cenizas

tanta historia

de nuestras vidas

y otras vidas

tan lejanas.

En esa estación

de resistentes leños

entre humos

de encuentros

está tu geometría

esa impecable manera

de unir lo paralelo

en un sorbo

que vigoriza

y se esconde

en la 315

esa máquina

del tren

sin olvidos.

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