Nos encontramos
con lo silvestre
de lo inesperado
que vuelve
papel picado
a los pergaminos
de preocupaciones
y enojos.
Entre pastos
pajas bravas
y árboles
un cabro
lleva a pasear
la atención
y la ternura
que sorprende
a las personas
en el parque
para volverlas
a la infancia
donde está
lo que se presta
a jugar
con el domingo
en invierno
que aparece
abrigado
con la caricia
que una niña
pasa por la cabeza
de un cabro
para hacernos
volver a casa
sin sogas
que aten
el cuello
de la confianza.