a Elisabeth Caligole
Aparece cuando florecer
precisa el tiempo
para legar
a quienes vienen y vendrán
tras de nuestra siembra.
Ella en un rincón
de un patio
donde el mundo
se subraya con colores
que inventa la niñez
abre su presencia
trinadora y veraz
acentuando lo cordial
mientras anilla brillos
siempre frescos
porque lo sonriente
es su condición,
por ello fortalece
encontrarla
para continuar
el inicio de lo valedero
conversando con su historia
y las sutilezas generosas
de sus anhelos
sabios en contar lo bueno.
Traerla a nuestros momentos
es tomar impulso
desde lo astral
que late en sus vigores
porque Eli
prodiga el retorno
a los sitios del verdor
ignorando derrotas
entre surcos del agradecer.
Con Ella
y por su incansable
manera de dar
luz a lo claro
las aulas son brisas
sí dulces brisas
para seguir izando
páginas de cariño
el que guarda el sentido
primero y último
de ser
si los demás son.