Atardece en las nubes
que le cantan
a lo que fue mi juventud
la que aletea
con hilos de plata
entre mi melena.
Por eso regreso
sin más
que dos o tres
rayos que el sol
deja pasar
contra el desánimo
cavador de acordes.
Voy a ser alborada
de pensares
sin heridas
así afino
con las arenas del arco
por donde pasan
las plantas
que despiertan
mi entusiasmo.