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CINCO SIGLOS

De mi libro Manuscrito de Los Desterrados

De igual a igual,

que es la manera de descubrir.

Eduardo Galeano

Ellos trajeron al demonio

al insolente demonio que condenó

a la raíz por ser raíz

y a la razón por ser luz.

Ellos con el hedor de la matanza

concentraron la nada,

allí donde cada perfume

tuvo el privilegio de ser un color,

un mensaje, un santuario,

una fiesta a la hora de nacer.

Y en Aboriamérica desde entonces

las espaldas son monedas para el vencedor.

Y la culpa la máscara

que nos duerme la lengua.

Se prohibe aún la palabra.

Ella tuvo la virginal salud, era de todos.

Hace cinco siglos

que violaron su alfabeto mineral,

tantos ruidos estériles

son huellas de aquella mentira.

Hazaña que degolló al verbo.

Hace cinco siglos

que el decir se divorció del hacer.

Sí, perdimos la palabra.

Aquellos barcos con sus discursos salvajes

usurparon el nombre de nuestros nombres.

Y ya no son barcos

pero el despojo es una jaula diaria.

Entonces las voces en la mesa,

el estudio, la cama del encuentro

y el corazón del trabajo

hace cinco siglos

que confunden campo abierto con parcela

y la versión tramposa del amor

con el mordisco sabroso y eterno.

Cinco siglos que el enamorado pide permiso,

que el anciano desprecia su memoria,

que la mujer no recuerda al parir

el feliz juego de nueve meses atrás.

Descubramos el beso que el mar daba a las playas

y con él volvamos a sembrar el maíz

que en todos heredaba su fortuna.

A descubrir aboriamericanos

poetas en los bosques,

maestros en el fuego que obliga a pensar,

guerreros que persistan,

que salven a quien nombra

en el certero momento

lo que debe ser nombrado

y como debe ser nombrado.

A descubrir en nosotros

el bosque, el fuego, el nombre

y así el quemadero de la alegría.

Hace cinco siglos que sus dioses

fueron vueltos cenizas.

Habitaremos ese imperio fecundo

y hundiéndonos en lo que se nos esconde,

seremos moradores de la semilla

y una música antigua

nos encontrará en comunidad.

Es el inicio del arder en la cocina del futuro.

El mercado del hambre

la voracidad de las pestes

la idolatría del miedo

el trágico enanismo de ser otro,

todo lo que fue y es un matón en nuestra historia,

un pirata de nuestro sol:

Maldecimos, perseguimos,

descubrimos y subimos

a las carabelas del siglo pasado,

para que desaparezca en el pecado imperdonable

que aburre a la vida

engendrando inútiles museos de lo que quisimos ser.

Para que los nuevos tiempos

en estas tierras de Aboriamérica

tengan el botín,

aquel tapiz que adivinamos en la lana joven

aquel barro que nos sostiene

y fue vasija india que dio de beber.

El botín robado a los ladrones

que nunca sabrán cómo llamar a la lluvia

cómo pedirle que se ausente.

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