A Pili, mi Madre.
Es un libro que lee
nuestro andar
entre las páginas
de los recuerdos
verdes del oro
atardecido
en lo inefable
esa cumbre
del día
con su presencia
por la bicicleta
entre los años
que ruedan
ante el brillo
sobreviviente
en noviembre
su mes
y de las flores
en los domingos
del estar bien
y en la luna
su lunera
del brincar
cantando del brazo
con el contento
que le sigue
dando pedales
a la hora
de ese encuentro
hacia soplos
tan ilusionados
como su manera
inconfundible
cascabelera
de ser inocencia.