De mi libro Oído de pájaros.
Años
enhebrando el aroma de las quenas
con el viento y las puertas,
que nos confiaron antiguas, antiguos
de estos valles y volcanes.
Años
dibujando la fogata del silencio
que nutre con paciente latido
tanta leyenda y permanencia.
Años
de cuerdas como señales
entre las acuarelas de estos cielos,
vibrando por las manos
que se hunden en el mágico barro andino
para escalar tonalidades
en el planear de un cóndor
y en el telar de nuestra memoria.
Años
de buscar el sol
en la palabra que perdura
porque es camino de maizal,
ese que siempre arropa al futuro
con las semillas de un pueblo
que resiste por su canto.
Años
alumbrados por los minerales de la percusión,
mojando el sentimiento
en los pasos imborrables de aquellos maestros
con mensajes de pedernal.
Años
seduciendo el oído por los teclados del agua
que inventa otra vida,
cuando retorna empapada de sonidos
para modelar la única vasija
capaz de guardar el tiempo de la música.


