En la casa que nombra
los veranos de pie
y amorosamente higos brevas
nos nombra,
empuñamos el rojo
de achiras inspiradoras
y salimos al año
con testimonio de ser
una misma uno mismo.
Y nos dolemos de incendios
que dejan a la intemperie
guitarra, cortinas,
juego frente al mar.
Y somos siendo girasoles
dibujando huellas,
las nuestras,
las de tanta gente
que no retacea bondades.
Y a la sombra de un parrón
enhebrando raíces
sostenemos
la dirección del viento
para seguir
y de cabeza al agua
soltar tanto escombro,
inutilidades que anclan
el indiscutible viaje
de cada día.