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ACEITUNA I

Ella abre gajo a gajo

las alegrías

de su libertad

y a lengüetazos

que besan

con la fidelidad

del encanto callejero

es siempre ágil

como cantera

de júbilo.

Así es nuestra amada

morocha de lo frutal

que signa vitalidad

mientras protege

con vigor

desinteresado

el retrato del barrio

y nuestra casa

desde las castañuelas

de sus uñas

que celebran

el pasar

de los años

siendo la más diosa

entre las lunas

por su esencia

aceitunera

del siempre estar

con las orejas

aceitando

los cuidados

que nos vuelven

por su cariño

de heroina

que regresó

más de un vez

cuando se la llevaron

la nobleza

atravesada

según el cosmos

de las perras

como ella

en pasión

que sólo traducen

sus ladridos

su mirada.

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