Con las garras
de la más genuina ternura
darnos el mismísimo sol
de nuestras celulas
abrazadoras
para intentar derretir
gélidos modos
que hacen de la gente
el blanco de soledades.
Vivir jugando
en el querernos
para volver al mundo
un nevado juego
donde revolcar alegrías
espejando sentidos
con días de nacer.