Publicado en “Manuscrito de Los Desterrados”
El embate estricto, sostenido
con que a degüello
la desigualdad
se aprovecha de lo promisorio,
monta insurrecta
a la memoriosa casta
que con profusas labores
gravita erigiendo
la sustancia del día.
Su empeño es la faz
de toda certidumbre.
Los proletarios
son el espinazo porfiado
del provecho,
por ellos arenga el sol
y precipita la noche
al descanso.
Es inigualable la paciencia
ante predadores mandatos
y rutinas
que los extenúan
germinando arrebatos
en cofradía con la razón.
El reverso a la calamidad
tiene emblema
y de yergue
en toda huelga
para deshacer
desde brazos caídos
hacinamientos que arrecian
hambrunas de siglos
interminables,
como interminable
es la deuda
que desde la celebridad
de la hipocresía
tiene el poder
con los oprimidos.
Aúlla el no olvido
por los mártires
en desmesurados calendarios,
mujeres y hombres
interpretan aquellas hazañas
como herencias,
entonces son quebrachales
de convincentes pugnas
que verdecen de a miles
por la rebeldía ancestral
contra el desmonte arrogante
que pauperiza
que aliena
por infinitas codicias.
Los proletarios
son heroicos herreros
de la historia
mutan domar por azuzar,
reniegan de migajas hostiles
de rapaces demagogias
de la caligrafía
común y corriente
de la sinvergüenza.
Se apropian del sitial
donde producen
la entereza del mundo,
condenando mezquindades
en la suma de cumbres
que tiemblan
cuando se multiplican
para desentrañar tiempos
de propicias sales
donde vivificar
alfabetos colectivos
que persiguen desenlaces
de emancipación.