Lo urgente rasga la musicalidad
del respirar,
son pisadas atrás
de la conversación
del descanso.
Lo urgente es afilar los actos
en la palma misma
de lo maldito
para desollar su desprecio
por el aire
por la lluvia
que percibe aquello
florecido de silencio
y nos delata humanos.
Es urgente quebrantar
lo maldito
su pacto con la multitud
que calla hablando
y mira negando.
En el santuario de la indiferencia
la arrogancia de los poderosos
crece
como crecen los agujeros de la miseria
con la hipocresía
y las muecas diligentes
de los regidores, sus espías
y escarmientos.
Lo urgente es clavar el ancla
en la musculatura de tanta trampa
en el escudo de sus discursos
y con el mortero de la desobediencia
espantar lo ruin
el desamparo
para zarpar
hacia la ley planetaria
de los juegos
que por siempre
harán invisibles a los niños
ante las lanzas venenosas
del trabajo.