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IR AL SUR

Detenerse ante el amarillear de abril

y exaltar al sauce

que cae con tersa inmensidad.

Ir al sur donde enaltece la tierra

el postrer anclar de mis mayores.

Alejarse de la palabra vil,

de fastidios y desalientos.

Un molino sobrevive

a la hostil decisión del tiempo

y las alamedas esclarecen lo tibio

en el entrecejo de una cordillera

que azula nieves.

El paisaje se apega a nuestro pasar

sabiendo que la osamenta del maizal

nos remeda favores del verano

nos semilla solares de confianza.

Volvemos al sitio

donde el pan casero es confesión

y las vestiduras del aprender

huelen a casa vieja.

Llevamos prendido en el párrafo

de la nostalgia

al sol que pastaba desorientado

por nuestra inocencia.

Y en el paladar del camino

es austera la celebración

de quienes recogen los frutos

criados para la derrota

de jornales despiadados.

El andar hila inevitables y agudas

ilusiones

en el sombrero que estila calzar

el otoño

en el travesear de caballos

en colmenas que desagravian

y en arideces que conocemos

como al destino.

Volvemos al autorretrato del principiar.

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