Por las entrecejas del hambre
a lomo de sus brujas insurgentes
que roen las campanas del sueño
van con desdicha,
con indecible rabia
a no pedir permiso,
a seguir el rastro de la madrugada
empujando siembras de la sangre
con la terquedad de la greda originaria
y el perfume del mosto en la distancia.
Por la borra de años castigados
van con la tenacidad de las costumbres
que no nos dejan jamás,
a levantar el polvaderal de un grito,
el propicio,
el urgente,
el inevitable,
porque en la luz encorvada
por el ultraje de horizontes
deben completar descontento con rastrojos,
por eso cargan leña de paciencia y coraje,
llevan la intemperie aullando en la mirada,
nombran la herrería del futuro
y van por memoriosos fuegos
acuchillando miserias
con treinta mil un certezas,
prodigiosos rocíos
que sustentan ubres de rebeldía.