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MATÍAS CATRILEO

Le damos la espalda al olvido

y en la fuente salvaje

de las preguntas

somos la piedra

que ahoga a cada plomo

que te mató.

Tus respuestas

en las mejillas del fuego

descifran las huellas

el alfabeto de la tierra

con el que nombramos

a las raíces que nombran.

Hay fechas con cartas

que jilguerean espesuras.

Cómo no leerlas!

En ellas tu signo

es un alazán que vuelve.

Es enero, es tres

y el horizonte

nos tiembla en las manos

como un aula de ira

en la corriente del sentido.

Sacudimos al vacío

no nos hace sombra el espanto

y cuesta arriba

hasta el mástil de tu sur

donde la cicatriz

de la ausencia

esquiva abismos

allí las líneas que salvan

a la talla de tus mareas

panes de una araucaria

tu legado Matías Catrileo

la garganta que no calla

que nutre el empezar de nuevo.

Subido en los hombros

que recitan semillas

como puertas

venís al alba de tu gente

con los carbones

al pie de la memoria.

En la boca de tus páginas

respira la confianza del pueblo

que cien veces vive

cien veces vence

porque conversa con el cosmos

que brilla en su sangre.

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