a Julia Bruccoleri
Con cada pestañear
de sus asombros
juega en los instantes
donde lo eterno
desencadena en juguete
que presta dones
desde las once lunas
de su día verde
el de nacer
con cada encuentro
tras el que nacen rimas
vueltas ternuras
esos caballitos de bronce
en la cumbre de los recuerdos
esa armonía
de verla mirar
cuando hace sonreír
hasta lo triste
afinado o desafinado
ante la fiesta del vivir.
Julia
según los colores
que la nombran
sobre la silueta
de las montañas
da letras a pétalos
por el abracadabra
de sus llaves frutales
esos remolinos venturosos
para el camino
del siempre llegar
ahí donde el viajar
es comenzar a escribir
la misma esencia
de los inventos salvadores
entre aires
que nos suben
a las amadas mareas
que nunca hiela el invierno
porque Ella anda
dibujando con los fuegos
de su presencia
cierto paraíso
en el que sí creemos.