a Oscar Acosta
a Miguel Lago
y a Quique Ferreyra
Reencuentro
con lo que alienta
y son barcos
para abordar
lo esencial
la herencia viva
de quienes partieron
dejando el sentido
de empuñar
protegiendo
al alba
de lo virtuoso
en el infinito
que tiene palmas
rojas
por las rosas
de leales porfías
por el pan
en su alianza
con jornadas
compañeras
entre el trajinar
de los desafíos.
Reencuentro
por el rojo
de los cuerpos
únicos dueños
en el verde
que decide.
Rojo y más rojo
para flamear
aún en ausencia
porque en lo invisible
está la levadura
de esa tradición
que vuelve inmortal
los legados
y como río crece
desde el astillero
de lo amoroso
como manzanar
de abrazos
en la lucha
por las ideas
soldadas
a puro fuego
de proa
revolucionaria.
Reencuentro
en ese cielo
asaltado de colores
que deletrean
los nombres
de Ellos
con sonrisas abiertas
como el presente
y el fresco siempre
convencimiento
de llegar
a tanto merecido
con las plantas
de sus pies
entre nuestros pasos.