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MERCEDES

a Mercedes Jan

Cantaba y era el agua regando

tan catita de la suerte

en la generosa vecindad

de años y más años

que no la podrán olvidar.

Llegaba suavecita

con las mariposas

de sus gestos

celebrando el otoño

que mi madre amaba

o dando cuartos

de manzana pelada

a la pequeñez de mis hijos.

Caminó con las llaves

de sus pasos incansables

entre el don

de andar saludando

con el cariño

siempre afinado

por su menudez

vigorosa de confianzas.

Mercedes

fue nuestra Porota

Queridísima Calandria

que anilló

los amores por el arte

con la misma agilidad

de sus idas

y vueltas enormes

desde sonrisas

en conversa con el sol

y el prodigioso rezar

de memoria encumbrada,

el legado árabe

que nos ofrendó.

Añoraremos esa manera

de querer envasar

el único perfume

tan suelto como el aire

que la sola primavera

inventa en ese árbol

justamente

llamado paraíso

como el recuerdo

que Ella

hace sonar

en algún piano

donde el infinito

la encontrará.

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