Carlos Fuentealba fue asesinado participando de un reclamo de los docentes neuquinos, muere el 4 de abril de 2007.
De mi libro Manuscrito de Los Desterrados 2011.
Por fidelidad al pulso milenario de la justicia
abrimos los ventanales de la verdad
para que no apesten complicidades
para no extraviarnos en atorrantes olvidos.
Está cerca la desfigurada pizarra del Neuquén vuelve a ser reciente la desolación multiplicada
el desgarro que voceó el país.
Canallas ocultos tras carátulas de poder
ese invento del vacío
empuñaron las órdenes
para desenhebrar marchas y letras,
lumbres, hombros y caminos,
escribientes fortunas de dignidad
con sus cerrojos impunes
y triunfantes atropellos de ruina.
Entre malezas de vergüenza
los tiradores agujerearon mañanas,
escuelas y versos.
El mapa de la educación estaba insurrecto
y los adormecedores de siempre
trizaron la osamenta de ser uno
aridando con el puñetazo del descuido
al caudal valiente
que no deja de arbolar
las aulas de los tiempos.
Enlutaron la blancura,
esa aldaba que entre la noble gente
llama a enristrarse de lucha
para atravesar astilladas realidades
sacudir la resignación
y reconocer que el absurdo del hambre pronuncia enfermedad
y termina degollando a la mejor caligrafía,
esa copla gloriosa del pensar.
Implacable disparo por la espalda
al Maestro Fuentealba
nos vuelve a encielar de sangre la historia hendida de cobardes muecas.
Deshojaron la verde luz de su tañido
que arrebataba a puro rumbo y refugio
a quienes leían su química de vocación y razón los arrebataba del sinsentido que lo fusiló.