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VILLA TONEZZA

Olmos enero 2019

La Villa verde

del mil ochocientos

guarda al tiempo

entre las harinas

que ruedan

lo nutriente

de aquellos años

regresando en nombres

de quienes supieron

leudar lo cordial

y ahora ello

se asomalumbrando

ante el asombro

por las gratas maneras

que sobreviven

en el lenguaje ancestral

de ciertos objetos.

Aquí se conjuga

el pasado

como una muñeca

que gira musicando

con la frescura

donde se construye

una torre

desde la fuerza

propia de jóvenes

para ser atardecer

en el mirar ajetreado

de amanecidas.

Una villa donde

los maderos

y los hierros

protagonizan

milenarias costumbres

siendo cosas

que no mueren

entre el sonido

esa milenaria voz

de la tierrabierta

en la tramaire

que va desde el sótano  

al molino

y nos deja pensando

en lo fugaz

de la existencia

esa flor de nacar

triunfo de lo único.

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