A María Josefina Santibáñez Soto
La rosa que trae
su presencia
confirma
la inmortalidad
de su legado
encumbrando
lo cristalino
desde el tallo
donde florece
todo un jardín
que sostiene
el respiro
aromado
de virtudes
esos pétalos
confiados
a las hojas
del afán
para escribir
sin olvido
ni tristezas
que fatiguen
la manera
delicada
pero tan firme
de esta mujer
montada
entre levaduras
ciertas y amadas
por el amanecer.