Mirar el aire en la montaña
es azularse de alturas
y más al borde del agua
que desmiga su pan
por el viento enhebrado
entre laderas y cumbres
sostenidas en la costura
de acordillerar el sentido
del paisaje que nos sacude
el polvo de días en el plano
donde sentirse cerca del cielo
es tan lejano como ansiado.