Abro los ojos
entre los espacios
donde los sonidos
entran y salen
por las personas
que contemplamos
y nos vuelven
testigos de su mundo
que no es el nuestro.
El ser con la gente
entre las líneas
que comunican
lo que sirve
suele darnos
alivio de melodía
cómplice de algún
afortunado suceso
para despistar
al cansancio
afinado por lo crudo
esa indiferencia
razón de dolores
y grises momentos
que trizan llamadas.
Por todo ello
trazamos pentagramas
desde el indice en el aire
para escribir encuentros
que sólo lean y toquen
las mejores notas
las más acertadas
creadas sin interés
de ganar intercambios
sólo para acariñar
nuestros anhelos
al escuchar e interpretar
la música apacible
de cercanos cuerpos
sin el peso próximo
de la muerte
y otros misterios.
HAROLD FEINSEIN
«La música de las personas»