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VILLAVICENCIO Y VASTEDAD

Allí nos tuteamos

con el óxido

dibujado tal mensaje

en las piedras

al recogerlas

y con el álamo

erguido aún

aunque sin vida

que hablan de años

entre alturas

donde es raíz

para nuestra estadía

la presencia de retamos

la guía de cardos

y la suave caricia

de plantas del paño

en un día otoñal

desde honduras

del silencio

por el que escuchamos

zorzales muy cercanos

y voces lejanas

hasta que se enfría

el respiro

cuando el cerro

de enfrente

se traga al sol

y nos muestra

siluetas del color

con la nitidez

que en la montaña

hace cumbre

entonces regresamos

y hallamos

al reverdecido lugar

donde la vastedad

cabe en el nombre

de Alguien

que ya no está

pero seguimos amando.

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