Sombrerearse como cuando niña
y largar corazones al aire
de los encuentros que nos bailan
el cuerpo del seguir enteras
para salir al aromo
a lo desnudo que nos vitaliza
ese sitial alumbrador
de plurales mujeres
entre los cielos
que marchan y cantan
porque cantar
planta bandera
sí semilla lo que podemos
por la pureza de ser
como se nos dan las ganas
que son al fin deseos
en los arabescos
de nuestros tiempos
esos aires que sublevan
desde lo revolucionario
y nos premian
con la lluvia amadora
luego de calores injustos.
Al aromo donde somos
derechos viscerales
que nos conjugan
en la historia
esa presencia
de aquellas mayores.
Así olemos hasta volvernos
amarilla fragancia
que vuelve siempre
y aunque encanecidas
algunas solemos
correr la voz
para convertirnos en globo
y elevar el ramo
de nuestra femeneidad
que suele sacar sus garras
cuando lo precisa la furia
así como el arte de dones
porque nos energizamos
con nombres y fechas
entre mundanas alegrías
y lo místico que es vivir
en estado de poesía
continuando vigorosas
desde el espejo
donde nos veíamos
cumbre de brisas
frescor de fortalezas
siendo niñas
armadas de sueños
ante cabelleras largas
hechas de enaguas
por la fantasía
de hacernos el bien
que hoy conjuga
en lo sustancial
de nuestros pasos.