Volví a esperar
complacida de recuerdos
que me atravesaron
el cuerpo como rieles
que traen y llevan
la pasajería del tiempo.
Allí sentada
me vi niña
mirando las diligencias
que se proponían
con silbatos y campanas
al viaje ansiado
en su comienzo a rodar
o al regreso más calmo
trayendo o llevando
los panes de vivencias
que nutren el andar
en un tren
como el de nuestra
viva herencia
la que el puente cuenta
mudo pero memorioso
entre tanta historia
de dolores y contentos
que esta estación
atestiguó y relata
cuando se la acompaña
desde alguno
de sus quebrachos
que no solo fue árbol
porfiado sustento
de infinitud
en el ir y volver
de aves
también de vías
por lo sabio del seguir.