Se levanta el puño
como semilla
que revienta
y con los dientes
granos maduros
de mazorca
confiada al porvenir
se dan los pasos
codo a codo
las veces precisas
en el presente
del cuerpo
que alienta
como una boca
las intactas guardas
por lo originario
entre el arco iris
de la calle
ante la verdad
para decir
a pura flor
desde la piel
libre y bella
que abre
el camino
y cuenta
con los dedos
que signan
las únicas huellas
donde hay frutos
leales a las luces
y sombras
en el pecho
de ese latir
que es horizonte
y confía
su destino
al vigor rotundo
de las manos
corolas de un sol
sabio en soltar
trinos dando pie
a lo que se levanta.