Por cada silla vacía
aguardamos de pie
con el paso de las marchas
condensadas en un pacto
que propague el valor.
Embravecido México
busca en el
“¡Ahora, ahora se hace indispensable presentación con vida y castigo a los culpables!” Nosotros debemos azuzar sus llamas sin displicencia. El mundo debe soltar el grito:
¿Alguien ha visto
a los Cuarenta y Tres
Normalistas de Ayotzinapa?
Que un chispazo fraternal
ligue el prólogo
de páginas sin fronteras.
Es preciso
desmandar lo cotidiano,
dejar los soliloquios,
vedar la sumisión,
ladear el miedo.
Hay que salir
a desvainar las voces
que inmersas en el justo coro
combatan al olvido
y desde cada meridiano
la conmoción,
lo solidario
avente justicia
por el 26 de septiembre de 2014,
cuando la criminal soldadesca,
lo mercenario atento al poder,
no dejó de disparar
contra estudiantes y maestros.
Ellos acopiaban
en el gesto de un viaje
la honra de Quienes en el 68
fueron asesinados en Tlatelolco.
Entramados estamos
por cada silla vacía
en Guerrero.
Desollaron,
cómo enraizar la calma.
Hurtaron los ojos,
cómo no cuidar el fuego
en el canto de la calle:
“¡Vivos los llevaron
Vivos los queremos!”